Tenerife, Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura; las primeras y quizás las únicas de las Islas Canarias que vienen a nuestra mente. Aunque estas islas presentan una rica oferta cultural y distintas actividades al aire libre, hay más en el archipiélago.
Islas interesantes alejadas del turismo general, con tesoros guardados para quienes se acercan con un espíritu aventurero. ¿Así que por qué no explorar un poco y dirigirse a La Palma, La Gomera y El Hierro?
Nos hemos propuesto descubrir las joyas ocultas de las populares Islas Canarias y para lograrlo hemos trabajado con Andrea Montgomery, una experimentada escritora de viajes y especialista en destinaciones. Radicando en las Canarias, Andrea se enfoca en caminatas y comidas que se salen del sendero común. Puedes leer todo sobre sus paseos en Buzztrips, su sitio web.
¿Interesado en otras islas del archipiélago? Lo tenemos cubierto.
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La Gomera
Conocida como la Isla Colombina, debido a que en 1492 desde San Sebastián (la capital de la isla) zarpó el explorador en un viaje que cambiaría la faz del atlas. Considerando el papel decisivo de este importante evento La Gomera apenas menciona su derecho a la fama, optando por un turismo de bajo perfil.
Aproximadamente circular en su forma y con barrancos abismales que irradian desde el centro de la isla, todo desplazamiento se vuelve un acontecimiento prolongado. Antes de la instalación de líneas telefónicas, el modo más efectivo de comunicación en este exigente entorno era por medio de silbidos, así la Gomera desarrolló un lenguaje conocido como Silbo.
Si visitas el Mirador de Abrante sobre el promontorio Agulo, no sólo podrás escuchar una demostración de Silbo por los meseros, también podrás darte gusto con unas sabrosas tapas. Si tus nervios te lo permiten intenta acercarte a la pasarela que sobresale sobre el filo del acantilado.
Popular entre los conocedores del senderismo y valorado como el mejor destino de Europa para hacer caminatas durante el invierno, las sendas de La Gomera son tan espectaculares como son exigentes. En el centro de la isla yace Garajonay (clasificado como Patrimonio de la Humanidad UNESCO), un ancestral bosque tropical de laurel donde el liquen adorna las ramas de los árboles y con densas nubes que aparecen súbitamente. Más allá del bosque el paisaje de La Gomera se caracteriza por magníficas palmas que proveen el ‘guarapo’ (savia de palma), utilizado para producir la deliciosa miel de palma típica de la isla. Un jarabe oscuro de sabor dulce y ahumado, delicioso al agregarlo a los aderezos para ensalada, o al rociarlo sobre los quesos de cabra locales, o sobre una nieve, o simplemente al combinarlo con un yogur estilo griego. Del otro lado de la escala de lo dulce está el ‘almogrote’, una fuerte pasta de queso, el cual o se ama o se odia. Usualmente servido a manera de entrada con un pan tostado, también se usa en compañía de otros platillos, incluso como topping en la pizza horneada en El Silbo, un restaurante en Hermigua. Para una experiencia típica y única en la isla visita el restaurante de montaña Casa Efigenia en las Hayas. Administrado por la inimitable Efigenia, todo lo que usa en su restaurante proviene del bosque, tanto los muebles como la comida, que es totalmente orgánica y vegetariana. Su ‘almogrote’ es uno de los más prestigiosos de la isla. Se puede llegar a la isla por ferry saliendo del puerto Los Cristianos en Tenerife o mediante un corto vuelo desde el aeropuerto Tenerife Norte.
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La Palma
Conocida como ‘La isla bonita’, La Palma con su forma de corazón es una de las islas más escarpadas del planeta, ofreciendo así parajes de notorio contraste.
Uno de los tres mejores lugares del mundo para observar las estrellas: en el punto más alto de La Palma se encuentran los domos estilo era espacial del Observatorio Roque de Los Muchachos, que cada noche reciben información desde galaxias distantes mediante los más poderosos telescopios del hemisferio norte.
Para asombrarte bajo una de las Vía Lácteas más brillantes que verás, dirígete a uno de los puntos asignados para observar estrellas durante una noche sin luna.
La capital Santa Cruz, conocida como Little Havana, se caracteriza por una distintiva vibra Latinoamericana. La arquitectura colonial domina la Calle O’Daly (su calle principal) y desemboca frente al mar, donde los floridos balcones de la Avenida Marítima son capturados por cada lente que pasa.
Para probar un poco de la conexión venezolana, saborea la arepa (un pastel de maíz relleno) de El Encuentro en la esquina de la Plaza la Alameda. Abre el apetito comprando y deambulando antes de dirigirte al Restaurante Casa Indianos, ahí se ofrece comida de primera clase entre paredes decoradas por imágenes del famoso festival Indianos que acontece en el pueblo.
Del otro lado de la isla, la cosmopolita Los Llanos de Aridane es conocida como la capital secreta de La Palma. Aquí encontrarás barrios antiguos con tiendas, cafés en pequeñas calles y muchas construcciones embellecidas por sus gabletes. El menú en El Duende del Fuego es innovador y el pulpo más tierno que jamás has probado lo encontrarás en Don Escaldón.
Al norte de Los Llanos se encuentra La Caldera de Taburiente, uno de los cráteres erosionados más grandes del planeta, el cual ofrece una espectacular senda para caminar, comenzando en el punto más alto del cráter (1,000 metros), hasta el río que fluye en sus suelos. Se pueden encontrar otras asombrosas rutas en la biósfera Los Tilos, la cual es como un mundo perdido con helechos gigantes y densa vegetación; también está la Ruta Volcano que abarca la región central y sur de la isla. Llévate a casa el sabor de La Palma en una botella de ron local producida en la destilería boutique familiar Aldea Rum en Puerto Espíndola, además de unos puros enrolladas a mano en la finca de tabaco Tabaquera El Sitio. Podrás observar cómo los hacen.
El Hierro
El hierro es la más pequeña, remota y menos desarrollada de todas las Islas Canarias. Ubicada en el oeste más lejano del Mundo Antiguo, el primer meridiano estuvo localizado aquí durante el segundo siglo d.c., cuando a la isla se le conocía como la Isla del Meridiano. Fue hasta 1884 que Greenwich asumió su posición como el primer meridiano; entonces El Hierro se hundió en la anonimidad, reteniendo un estilo de vida que se ha modificado poco en los siglos subsecuentes.
Con un paisaje que evoca el fin del mundo, en los acantilados de La Dehesa se encuentran los icónicos enebros salvajes. Doblados por la fuerza de los persistentes vientos, los árboles crecen horizontalmente, casi paralelos al suelo antes de brotar en una maraña de ramas que toman formas caprichosas.
Párate en La Peña, el mirador y restaurante diseñado por el artista de Lanzarote César Manrique y absorbe la vasta y fértil cuenca del Golfo. El valle es consecuencia de un inmenso alud ocurrido hace 50,000 años, hoy en día está alfombrado por campos de piñas y otras frutas exóticas.
También es el hogar del Ecomuseo Guinea, una aldea de casas construidas con piedras volcánicas que muestra la evolución de las condiciones de vida en la isla, abarcando desde los tiempos Bimbaches trogloditas hasta mediados del siglo XX. A su lado se encuentra un centro de crianza de lagartos gigantes, una especie en peligro de extinción, los ejemplares pueden alcanzar hasta una longitud de 70 centímetros.
En el 2011 El Hierro disfrutó de un breve periodo fama debido a la erupción de un volcán subterráneo en la costa de La Restinga y una nueva isla se constituyó justo debajo de la superficie del océano. Hoy en día este es uno de los puntos más populares de las Canarias para hacer buceo, donde la vida marina pulula entre las columnas de basalto.
Los senderistas disfrutarán al caminar a través de El Hierro, debido a sus bien señalizadas sendas que están casi despojadas de personas. El recorrido por el GR31 Camino de la Virgen está adornado por paisajes cambiantes que van desde badlands volcánicas hasta verdes pastizales para el pastoreo. Cada año el Santo Patrón de la isla se carga a lo largo de este camino en un colorido y animado peregrinaje. No te vayas de esta pequeña isla sin probar su ‘quesadilla’, una especie de esponja de pastel de queso hecha con el fresco queso de cabra local. Saborea una en la fábrica Adrián Gutiérrez en Valverde, su tradición se remonta hasta el año 1900. Se puede llegar a El Hierro en un ferry que sale del puerto Los Cristianos en Tenerife o mediante un vuelo desde Tenerife Norte o Gran Canaria.
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