La cámara de Timothy Allen no conoce fronteras. Durante los últimos 20 años ha viajado a todos los rincones del planeta en busca de historias interesantes que compartir con el resto del mundo y ha sido nominado 17 veces a diferentes premios de fotografía entregados durante la gala “Fotógrafo de viajes del año”. Su trabajo se hizo popular cuando trabajó como fotógrafo principal en el rodaje de la colosal serie documental Human Planet de BBC, que gira en torno a la relación de la humanidad con la madre naturaleza.
En momondo seguimos con nuestras entrevistas con aventureros interesantes y hoy le toca el turno a Timothy, que nos hablará de su percepción del mundo tras la cámara, de sus mejores recuerdos y experiencias de viaje y de cómo una vida dedicada a recorrer el mundo puede liberarte el alma.
¿Cómo empezaste tu carrera de fotógrafo de viajes y cuándo te entró la pasión por viajar?
Empecé hace 20 años como fotoperiodista para diferentes medios británicos, incluida una larga temporada en The Independent. Mi trabajo consistía en ir allá donde estaba la noticia. Después de unos años llegó el momento de preguntarme: “¿Quiero seguir a George Bush en su campaña electoral o prefiero salir a descubrir el mundo? Fue un punto de inflexión en mi carrera donde opté por salir a ver el mundo y convertirlo en mi profesión.
Siempre me ha gustado viajar. Una de las primeras experiencias me llegó pronto, en 1990. Tenía 21 años y estudiaba Zoología. Un grupo de amigos y yo planeamos una expedición de investigación a Indonesia, a una isla llamada Célebes. Nos pasamos tres meses en la selva y ese viaje de estudio me hizo ver que en realidad no quería ser zoólogo. Así que mi amigo y yo nos fuimos a explorar la zona y a conocer a los nativos que vivían allí. Literalmente esa experiencia cambió mi forma de entender la vida y a qué quería dedicarme.
Un año después volvimos al sudeste asiático de vacaciones, pero acabé pasándome tres años de mochilero. En aquella época no había Internet ni móviles ni nada de nada y esa experiencia me sirvió para alcanzar la madurez. También por aquel entonces viajar empezó a resultar más fácil para la gente normal.
Todavía hoy en día hago viajes de mochilero. Cuando viajo por trabajo, por ejemplo, añado una semana más, dejo las cámaras detrás y me cuelgo la mochila al hombro y me voy. No planeo donde voy a dormir ni comer esa noche, simplemente dejo que la curiosidad me guíe. Ese es el encanto de viajar para mí. No hace falta saberlo todo, sino simplemente confiar en que todo saldrá bien. Si lo haces, al final todo acaba saliendo bien.
Cuando visitas un lugar, ¿qué esperas captar?
Lo primero que hago es buscar un tema interesante, algo por lo que sienta interés. Si a mí me interesa, es muy posible que a otros les interese también. Eso está estrechamente relacionado con el siguiente requisito: una sensación de intimidad. Si se cumplen las dos cosas, todo lo demás acabará saliendo bien. Pero no me arriesgo a ir a un lugar si no estoy seguro de poder integrarme.
Está claro que por definición un fotógrafo es un observador, una persona que hace fotos y contempla qué pasa a través de la cámara. Pero yo no soy así. Yo no observo, yo me involucro. Como resultado de eso, mis fotos no tienen tanto que ver con lo que veo, sino con cómo me relaciono con esa cosa que veo o con la gente con quien interactúo. Debes involucrarte, participar, darlo todo y formar parte de aquello que estás fotografiando… y cuando lo haces, sientes que tu alma se libera.
¿Qué increíble momento te hubiese gustado fotografiar en tus viajes, pero te lo perdiste?
Es difícil escoger solo uno… ¡Me pierdo fotos todo el rato! Antes me agobiaba, pero ahora ya no. Elijo con cuidado cuándo hacer la foto porque al fotografiar te alejas de vivir ese momento. Quizás parezca una contradicción, pero los mejores fotógrafos son aquellos que hacen menos fotos. Son callados, saben elegir el momento para sacar la cámara, fotografían solo aquello que necesitan y luego vuelven a guardarla para relacionarse de nuevo con la gente y el lugar sin la cámara de por medio.
Recuerdo un viaje nocturno de Singapur a Jakarta, donde pasamos por el volcán Krakatoa justo cuando estaba en erupción y lo veíamos desde la distancia. Yo estaba en la cubierta del barco con la novia que tenía entonces, la brisa nos daba en la cara y ahí estábamos, viendo la erupción del volcán en mitad del sudeste asiático. No hace falta decir que en ese momento pasé de hacer la foto.
Quizás esas son las cosas que uno más recuerda o que le gusta contar. Fue un momento en que pasé miedo, pero era tremendamente bonito, un momento íntimo. Tener ese recuerdo vale más que cualquier foto.
¿Qué destino recomendarías para descubrirlo y por qué?
Mis viajes se dividen en destinos a los que voy por trabajo y para vivir una aventura y destinos en los que paso las vacaciones con mi familia. Si tuviese que elegir uno para irme de vacaciones, me iría de camping al sur de Francia, a lado de una playa para disfrutar de unos buenos días con mi familia.
Pero si viajas para buscar una aventura y descubrir nuevos sitios, sin duda alguna te recomendaría un viaje a Mongolia, donde he estado muchas veces. Aproximadamente tiene el tamaño de Europa occidental, pero solo cuenta con tres millones de habitantes. Es el país menos poblado de la Tierra. Y de esos tres millones, el 40 por ciento es nómada, lo que significa que su cultura se centra en la autosuficiencia, los campamentos y el sentimiento de comunidad.
Todo el mundo al que llevo allí destaca lo mismo: lo impresionante del paisaje y la naturaleza y lo acogedora y sincera que es la gente. Si vas a un campamento de nómadas, en menos de un segundo y sin darte cuenta, estás sentado con ellos cenando, compartiendo historias y bebiendo té. Algunos de los mejores recuerdos que tengo son de Mongolia. Nunca he estado en un lugar como ese.
¿Qué inspira tu trabajo y despierta tu curiosidad?
Bueno, a mí me gusta involucrarme e interactuar cuando hago una foto para no parecer frío, distante y objetivo. En mis fotos no quiero mostrar el lado oscuro que todos tenemos, ya hay muchos otros que hacen eso para los periódicos. Lo que yo quiero es animar a la gente a que viaje y descubra lo increíble que es el mundo. Si puedes permitirte viajar, debes hacerlo. Hay muchísima gente que no puede hacerlo por razones políticas o económicas. También es importante no pensárselo demasiado, ¡simplemente hazlo! Además, en cuanto pongas un pie fuera de casa, ya puedes considerarte un viajero.
Así es como me enfrento yo a mis experiencias de viaje y de trabajo. Vivo la vida todo lo que puedo e intento divertirme, disfrutar de la fotografía, porque mi trabajo ayuda a recordar a otras personas lo bonito que es el mundo, lo abierto que es y que está lleno de gente interesante… ¡está ahí para que lo descubramos!